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14 de noviembre de 2011

"Introitus" de la Missa pro Defunctis, Francisco Guerrero




"Introitus" de la Missa pro Defunctis/Requiem (1582) de Francisco Guerrero (1528-1599).
Orchestra of the Renaissance, Josep Cabré y Simón Davis (cantos greagorianos).
Dirigen: Richard Cheetham (principal), Michael Noone (invitado).


Cuando Francisco Pacheco (suegro de Velázquez) nombró al compositor más notable de su época, no dedicó ni una palabra - como habría sido de esperar - a luminarias universalmente reconocidas tales como Palestrina, Lasso, Byrd o incluso Victoria. Para él, la verdadera luz musical de la Edad de Oro española era Francisco Guerrero. Y pocos contemporáneos españoles hubieran discutido su descripción de Guerrero como sobresaliente en su tiempo, en el Arte de la Música. Para el poeta Vicente Espinel, la imaginación de Guerrero generó obras de tan duraderos méritos y significado universal que ninguna edad futura podrá producir un maestro que combine tantos dones. Hoy día, sin embargo, estamos más acostumbrados a considerar a Victoria como el coloso de la música del Renacimiento español, aunque en su día fue Guerrero quien se llevó la palma.
Francisco Guerrero era un viajero excepcionalmente experimentado, sus obras - que se interpretaban en lugares tan distantes como México, Guatemala y Lima - aún lo eran más. Sus libros de misas, motetes y villanescas (un género que Victoria evitó completamente) se publicaron en Lovaina, París, Venecia y Roma, así como en su Sevilla natal. Y las copias manuscritas de sus obras se difundieron más lejos aún. Como puerto principal de España, la rica Sevilla era destino diario de los galeones que llegaban del Nuevo Mundo cargados de oro y plata gracias a su monopolio del comercio en el Nuevo Mundo. Su catedral - una de las más grandes del mundo - era lugar de espléndidas ceremonias: seculares, sagradas, cívicas y populares.
Guerrero encabezó la empresa musical de la catedral, lujosamente dotada, desde 1554 hasta su muerte, en 1599. Francisco Guerrero había nacido en Sevilla, y se integró en el coro de la catedral en 1542. Cuando tenía 17 años le ofrecieron el puesto de maestro de capilla en la catedral de la cercana Jaén. Más tarde volvió a Sevilla, donde aceptó una prebenda como cantor y trabajó como ayudante del maestro de capilla, que estaba envejeciendo. Finalmente, en 1574, Guerrero fue nombrado para el cargo de maestro de capilla. Además de 19 misas, publicó más de 150 piezas litúrgicas y motetes.
Su Misa de Requiem se había publicado por primera vez en París en 1566 (aunque Robert Snow ha descubierto pruebas que sugieren su publicación en Roma en 1559, publicación ahora perdida). En 1582 se publicó en Roma una versión revisada del Requiem. Ésta es la versión, revisada de acuerdo con las reformas litúrgicas del Concilio de Trento (1545-1563), que cantarían en Sevilla a finales del siglo XVI. En su revisión, Guerrero omitió el obsoleto Sicut cervus, sustituyéndolo por el nuevo Absolve Domine. Añadió un nuevo arreglo del responso Libera me, el motete a seis voces Hei mihi, Domine, y dos nuevos arreglos de la Comunión, uno para cuatro voces y otro para cinco. Guerrero, siempre perfeccionista, aprovechó la reedición para hacer mejoras puntuales en la mayor parte de los movimientos de la versión anterior, que así podían utilizarse en la liturgia revisada sin más cambios. Robert Stevenson sitúa este Requiem entre las creaciones «más magníficas y dramáticas» de Guerrero.
Una de las características notables de la música de la catedral de Sevilla era la participación de ministriles que tocaban chirimías, cornettos, sacabuches y bajones. De hecho, en 1526 los canónigos de la catedral de Sevilla establecieron formalmente el primer conjunto de viento de catedral conocido en España. En 1553, los canónigos decidieron ofrecer contratos a largo plazo a los músicos de viento, y estuvieron de acuerdo en que hera cosa muy decente y conforme a la divina escritura que la dicha sancta yglesia fuese servida y con todo genero de musica onesta como son los dichos menestriles por que siendo tan ynsigne y grande templo como lo es tiene muncha necesidad de la dicha musica por su sonorosidad pues los tienen todas las yglesias catedrales despaña de muncho menos posibilidad
Imaginamos a los músicos de la catedral tocando en el Requiem de Guerrero con toda la habilidad y pericia que convirtió a Sevilla en uno de los centros musicales más ilustres de la península. 
Además de poseer una buena voz de tenor, Guerrero tocaba el arpa, la vihuela, el órgano y el corneto, y no caben muchas dudas sobre la utilización de todos estos instrumentos por parte de los músicos que tocaron en la Misa de Requiem del compositor.

3 comentarios:

  1. Wonderful recording. Thanks for sharing.
    One thing that I find quite interesting about Guerrero is that he undertook a journey to the Holy Land and actually wrote about it! For a Renaissance Iberian musician that is, in my oppinion that is a remarkable thing.

    best wishes,

    Ps: I invite you to visit my blog at www.luishenriques.blogspot.com and follow it if you wish.

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  2. Thank you very much for your comment and your contribution.
    Yes, I know your blog and follow it.
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    Regards,

    Luisa

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  3. precioso réquiem! profundo! . Me gusta este blog de divulgación Te sigo. gracias!

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