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9 de noviembre de 2012

Iubilate Deo omnis Terra




Cristóbal de Morales
Iubilate Deo omnis Terra
Chapelle du Roi
Alistair Dixon


En 1535, en la Capilla Sixtina de Roma con Pablo III, siendo Morales ya sacerdote; se le encargó la composición de la cantata Jubilate Deo omnis terra con ocasión del tratado de paz entre Carlos V y Francisco I de Francia; de la cual, Tomás Luís de Victoria, muchos años más tarde, tomaría el introito para su Missa Gaudeaums.
Éste es uno de los salmos cortos [Salmo 100 (99)], ya que tiene sólo cinco versículos. Litúrgicamente no tiene un día específico, sino que se lo incluye en los días festivos.

Partitura

Letra:

Iubilate Deo omnis terra.
Servite Domino in lætitia.
Introite in conspectus eius in exsultatione.
Scitote, quoniam Dominus ipse est Deus:
ipse fecit nos et non ipsi nos;
populus eius et oves pascuæ eius,
introite portas eius in confessione,
atria eius in hymnis: confitemini illi.

Laudate nomen eius,
quoniam suavis est Dominus,
in æternum misericordia eius
et usque in generationem
et generationem veritas eius.

Traducción:

Aclame al Señor, tierra entera,
Sírvanle al Señor con alegría.
Lleguen a Él con cantares de gozo.
Sepan que el Señor es Dios.
Él nos creó, a Él pertenecemos,
Somos su pueblo, y ovejas de su rebaño.
Entre por su puerta dando gracias,
Avancen pos sus atrios entre himnos,

Alábenlo y bendigan su Nombre.
Sí, el Señor es bondadoso.
Sí, eterno es su amor,
Su lealtad por los siglos permanece.

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Ningún compositor español del siglo XVI fue tan alabado en vida y durante doscientos años después de su muerte, como lo fue Morales que ya en 1526 fué designado maestro de capilla de la catedrales de Ávila y de Plasencia. En 1545 fue maestro de capilla de la catedral de Toledo; luego estuvo en Marchena (Sevilla); en 1551 se marchó a su última morada, Málaga. Este continuo cambio de residencia se debió a su deseo de obtener mejores beneficios económicos. Su musica se difundió con gran rapidez, ya que en un espacio de veinte años se hicieron más de cuarenta ediciones impresas en toda Europa (Italia, Alemania, Países Bajos, Francia y España). Su éxito editorial se prolongó hasta después de su muerte. Sus trabajos figuran hoy en las mejores antologías, al lado de los de otros grandes maestros. Murió en Málaga en 1553, cuando se disponía a volver a la plaza que dejara en Toledo, quizás por una afección de malaria.

Su obra supone una de las cumbres de la polifonía española renacentista. Se ocupó antes que nadie, desde sus años en Roma, de su publicación, la cual alcanzó enorme difusión y popularidad.
Ésta comprende 21 misas, 75 motetes(2), 2 magnificats(1), entre otras composiciones de igual importancia. Aún hoy la Capilla Pontificia sigue cantando por Cuaresma uno de sus geniales motetes: Lamentabatur Jacob, de 1564. Dicha obra está inspirada en un concentrado espíritu religioso hacia el cual deriva, no sólo por la finalidad concreta de su utilización en los oficios litúrgicos, sino también por el ideal estético de querer despertar y hacer duradero el sentimiento religioso a cuantos participasen en las funciones sagradas, en expresión de fe religiosa sincera y verdadera.
Morales no es sólo el heredero de una tradición o el precursor de otros, sino un músico genial dotado de un estilo propio con rasgos bien definidos, por ejemplo, su inventiva en materia de ritmo. Por ello, no se discute su influencia sobre la obra polifónica de los compositores cronológicamente siguientes. Se ha destacado la que tuvo sobre Palestrina, quien basó una de sus misas en el motete O sacrum convivium, siendo el único autor español a quien decide parodiar el italiano. El propio Guerrero, que empieza su Liber Primus Missarum con una misa basada en el atractivo motete de Morales Sancta et immaculata, resaltó con orgullo su deuda hacia el que fue su maestro, del que declara que había aprendido lo suficiente como “para poder emprender cualquier magisterio”.
Sus partituras, además, se convirtieron en la base para innumerables adaptaciones instrumentales, sobre todo para vihuela, teclado o arpa, que estuvieron entre las más populares para amenizar reuniones privadas. Algunas aparecen en repertorios como el de 1547 de Enríquez de Valderrábano, o el de 1557 de Luis Venegas de Henestrosa

Pero nuestro querido compositor hispalense no disfrutó de una gran fama sólo en vida, esta fama también consiguió traspasar el tiempo y el espacio propagándose a los territorios de ultramar. Citemos tan sólo de forma sumaria, la presencia de sus obras en diversas catedrales e iglesias del Nuevo Mundo como Cuzco o México. Y en Europa se seguían interpretando sus obras, aun cuando habían transcurrido muchos años después de su muerte. Así lo confirman ediciones en imprentas europeas como Venecia, Nuremberg o Lovaina.

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