Deo Gratias es un ejemplo de canon utilizado con fines expresivos. En él, Ockeghem pretende representar los coros celestiales, de acuerdo con su iconografía: se supone que son coros que cantan de forma perpetua y unánime en alabanza de Dios, «alter ad alterum», rodeando a la Sagrada Familia, respetando las jerarquías, y moviendo las alas. Para ello eligió la forma de canon circular donde cada voz canta la misma melodía que vuelve a repetirse indefinidamente cada vez que llega al final. La letra, Deo gratias, es una alabanza a Dios y las consonantes de «gratias», sirven para emular el frufrú de las alas de los ángeles. Por último, el canon se compone de cuatro coros distintos que se van alternando, con 9 voces cada uno (tantas como jerarquías celestiales) y situados en un círculo. Esto nos da un canon de 36 voces, un puzzle imposible de encajar, de no ser por su sencillísima estructura armónica. De hecho, más que una composición propiamente dicha, se trata de una propuesta de sonoridad: ni siquiera tiene final, o un hilo conductor claro, funciona más bien como una textura.
Partitura
Canon significa, simplemente, «norma» o «modelo». Generalmente, hacía referencia a un patrón de interpretación que permitía derivar una o más voces de una única línea melódica: una posibilidad era que las voces cantasen la misma melodía empezando con un determinado número de compases de desfase o a distintos intervalos, pero también podía indicarse que debían cantar la melodía simultáneamente a distinta velocidad (canon proporcional), leer el mismo pentagrama empezando desde el final (canon retrógado o del cangrejo), invirtiendo los intervalos o, incluso, girando la partitura. Se trataba por tanto, de ejercicios de virtuosismo, acertijos donde el autor, ante todo, demostraba su ingenio.
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