Intérpretes: Gabrieli Consort (Paul McCreesh)
Imágenes:Juan de Valdés Leal, Claudio Coello
Motete compuesto por Alonso Lobo en 1598 a 6 voces mixtas (CCATTB) para las exequias del rey Felipe II en la Catedral de Toledo (Ad exequias Philip. II Cathol. Regis Hisp.) y publicado en Madrid en 1602 en el Liber primus Missarum.
El texto de Versa est in Luctum está tomado del libro de Job (Cap. 30, -Vers. 31) y suele cantarse al final de la misa de difuntos. Sin embargo, la liturgia tradicional española no suele incluirlo, mientras que al final del S. XVI se cantaba un motete entre el sermón y la administración del la absolución del difunto.
TEXTO:
Versa est in luctum cithara mea,
et organum meum in vocem flentium.
Parce mihi, Domine,
nihil enim sunt dies mei.
TRADUCCIÓN:
Mi arpa ha tornado en luto
y mi órgano en la voz de los que lloran.
Perdóname, Señor,
porque nada son mis días.
Se ha dicho que su estilo musical, sobre todo si se compara con el de Victoria, es más hispano, menos internacional, que es decir con menos presencia de rasgos del estilo madrigalista italiano. En cualquier caso, Lobo, apodado Lupi Hispalens y Lupe Toletani, tuvo en vida gran consideración dentro del panorama artístico español y la fama de su música perduró durante siglos, copiada y cantada en las catedrales hispanas hasta el s. XIX.
En el ámbito cultural de la música del Renacimiento hispano Versa est in luctum es un motete directamente relacionado con programas litúrgicos dentro de la tradición occidental del lamento fúnebre.
El motete de Alonso Lobo, insertado dentro de su Liber Primus Missarum es el cuarto de los siete que siguen a las seis misas contenidas en este libro, descritos por el propio compositor como para ser cantados dentro de estas misas solemnes. Estos motetes ilustran el uso de recursos de retórica muy cercanos a los de su maestro Francisco Guerrero en las Sacræ Cantiones (1555).
Algunas fuentes sugieren que pudo interpretarse en El Escorial en una misa de difuntos dirigida por el arzobispo de Toledo para cerrar la agenda de ceremonias fúnebres. En esa época Lobo trabajaba en la catedral toledana, por lo que pudiera ser factible que fuese con su coro, formando parte del séquito acostumbrado del arzobispo, para cantar en los funerales. Pero esto no se sabe con seguridad y también pudiera ser que el motete de Lobo hubiese sido interpretado en las exequias que se realizaron en honor del rey en la propia catedral de Toledo.
Versa est in luctum es con seguridad su obra más conocida e interpretada, incluso internacionalmente. Se trata de un motete-lamento fúnebre para coro de seis voces (SSATTB), un ejemplo del estilo de contrapunto ordenado propio del compositor, con una característica alternancia de secciones contrastadas siguiendo personales intenciones expresivas.
En consonancia con la estética impulsada por Trento de buscar en la música mayor austeridad, concentración y economía de medios, el texto que utiliza Lobo es corto, es decir, sólo usa los dos versículos que conforman el primer responsorio, igual que harán después otros compositores, como Vivanco y Victoria.
En cuanto al tono elegido, es el intimista y sensible mi plagal, vinculado directamente con los responsorios gregorianos originales.
Con ritmo cuaternario de larga, Lobo comienza el motete en una imitación pareada (las dos voces superiores frente a los dos tenores) con el cantus I cantando el representativo hexacordo descendente con el incipit del texto Versa est in luctum, poniendo ya de relieve el carácter profundamente lacrimoso que recorre la obra. Una íntima aflicción que aparenta ser contenida y equilibrada inmediatamente por el movimiento del hexacordo ascendente del tenor I al entrar en la segunda parte del primer compás cantando el mismo texto, pero que es remarcada enseguida por el cantus II que entra en el segundo compás repitiendo el texto con el hexacordo triste, mientras el tenor II se espera para bisar este mismo texto con su correspondiente hexacordo ascendente a que las otras tres hayan concluido, otorgando mayor peso sonoro por tanto a las superiores con su tono implorante. Las otras dos voces, el altus y el bassus, entran más tarde con el segundo término de la primera oración, cithara mea.
La obra, siguiendo la convencional estructuración de los motetes de Lobo, se divide en tres secciones contrapuestas y claramente delimitadas por su ritmo y carácter, atendiendo también al significado del texto.
La primera parte, como ya hemos señalado, desarrolla en estilo imitativo la primera parte del primer versículo, Versa est in luctum cithara mea: rítmicamente pausada y estable, en ella se simboliza el tono luctuoso y apenado que canta la cithara (lira), la palabra más repetida junto a luctum, ambas muy destacadas musicalmente; el carácter de sentida expresión personal es igualmente muy remarcado en el tratamiento de los repetidos mea, por ejemplo con los dramáticos saltos descendentes de quinta que hacen todas las voces en algún momento sobre esa palabra y con la emotiva cadencia conclusiva sobre la misma, resaltada ésta por la alargada figuración descendente del altus, que marca el final de la sección.
La segunda parte, que desarrolla la segunda frase del primer versículo, et organum meum in vocem flentium, es más angulosa, con saltos muy evidenciados y notas agudas en el bajo, las imitaciones son además mucho más remarcadas y numerosas, haciendo que cada voz sea disímil; armónicamente esta sección es más disonante y áspera en consonancia con el significado musical del verso, que expresa cómo el instrumento gime acompañando el dolor, concepto este de in vocem flentium (a las voces plañideras) que es subrayado por todas las voces de muchas e imaginativas maneras (saltos, alteraciones, pasajes descendentes o ascendentes, curvaturas contrapuestas…).
La tercera sección, que lleva el versículo Parce mihi Domine nihil enim sunt dies mei, tiene también un marcado estilo imitativo con numerosas repeticiones, sin embargo el ritmo realiza el recorrido más lento, con los fragmentos melódicos dibujando curvaturas más suaves, y el bajo vuelve a moverse en un ámbito más estrecho; aparecen por otra parte ahora algunas alteraciones muy expresivas como los sostenidos sobre Domine y especialmente en el mei de la cadencia final, que pueden interpretarse como gestos que sugieren una emotiva declaración personal de modesta aceptación.
Este famoso lamento de Lobo con voces entrecruzadas, en algunos momentos extremas, representa un estilo modernizador en la música religiosa católica en la transición del Renacimiento al Barroco, un estilo manierista, que es decir "a la manera de clásicos", pero a la vez muy personal y original; un tipo de polifonía hispana diferente a la de Victoria pero con la misma calidad e intensidad expresiva.
Fuentes: Dialnet
tomaluisdevictoria.org